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Algunas reflexiones sobre el sueño y los sueños

Leonardo Palacios Sánchez

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“El sueño es la única medicina efectiva.” 
Sófocles (496 a C. 406 a C.)
“Morir, dormir. ¿Dormir? Tal vez soñar.” 
William Shakespeare (1564-1616)
“Cuando cesas de soñar, dejas de vivir”
Malcolm Forbes (1919-1990)

Los sueños fortalecen las emociones, les dan armas a los débiles para que escriban su propia historia, renuevan las fuerzas de los impacientes, reaniman a los deprimidos, convierten a los inseguros en gentes de especial valor. Los sueños hacen que los tímidos tengan arrebatos de osadía y que los derrotados construyan oportunidades.”
Augusto Cury (1858 - )
 
Dormir es una función biológica absolutamente indispensable para la vida. Es tan importante como respirar, beber agua o comer.

Durante siglos se consideró que todo lo importante que le ocurre al ser humano se produce mientras está despierto. Se pensaba que dormir era únicamente necesario para recuperar energías, y sus funciones e importancia para la salud física y psíquica eran totalmente ignoradas. Sin duda, esa es una de sus funciones, pero hoy en día conocemos muchas más.

Estructura y organización del sueño:

El tiempo que pasa dormido un ser humano cambia a lo largo del ciclo vital. Durante las 24 horas del día, los recién nacidos pasan aproximadamente 18 horas durmiendo, con períodos de vigilia cortos, más o menos cada tres horas. Entre los 3 a 5 años, el sueño ocupa 10 a 12 horas al día, y un adulto duerme en promedio 8 horas al día. Quiere decir, que pasamos aproximadamente una tercera parte de nuestra vida durmiendo. El sueño es una experiencia personal y  de duración variable. Hay personas llamadas “dormidores cortos” ya que con 5 a 6 horas de sueño están totalmente recuperados y otros, denominados “dormidores largos” requieren 8 a 10 horas para iniciar el día llenos de energía.  Hacia los 60 años, una persona habrá pasado unos 20 años durmiendo y unos 4 años en el maravilloso mundo de los sueños. (1,2)

En relación a hábitos de sueño, la mayoría de los seres humanos se puede clasificar en dos grupos, los madrugadores, que demuestran mayor vigor y energía desde tempranas horas de la mañana, y los trasnochadores, que demuestran ese mismo vigor y energía a altas horas de la noche.

Dormir se acompaña invariablemente de soñar. El mundo de los sueños, denominado también actividad onírica, es la puerta de entrada a un universo fantástico donde se mezclan recuerdos y fantasías, donde la imaginación y la creatividad no tienen límites, y refugio de angustia y temores, que pueden superarse cada noche.(2,3,4)

Etapas del sueño:

Se han identificado dos etapas: el sueño lento o sin movimientos oculares rápidos (sueño NO MOR o NO REM), y el sueño paradójico o con movimientos oculares rápidos (sueño MOR o sueño REM).

Iniciamos el dormir con sueño lento, que a su vez tiene 4 fases. Inicialmente experimentamos somnolencia (fase I), sentimos que nos estamos quedando dormidos, cerramos los ojos, hay leve relajación muscular, pero mantenemos algún grado de contacto con el entorno y es fácil alertarnos. Posteriormente vamos entrando en un sueño profundo (pasando por 3 fases más). Se presenta disminución de la frecuencia cardiaca, de la frecuencia respiratoria, disminuye el consumo de oxígeno y tenemos poca actividad mental.  Durante esta etapa se mantiene el tono muscular, se produce recuperación física, y se puede afirmar que “el cuerpo descansa”. (1,4)

Luego de 70 a 90 minutos entramos en sueño paradójico (MOR o REM), denominado también fase 5. Se caracteriza por una disminución muy importante del tono muscular, aumentan la frecuencia cardíaca y respiratoria así como el consumo de oxígeno, se presentan movimientos oculares en diferentes direcciones, y tenemos intensa actividad mental representada en nuestros sueños. Las funciones de esta etapa del sueño incluyen la consolidación de la memoria; se  registrará en ella una serie de acontecimientos  y experiencias, y otros se eliminarán.  Aquellas experiencias que se conservan irán formando recuerdos, que pueden llegar a durar muchos años, a veces toda la vida, conformando aquello que denominamos memoria a largo plazo o retrógrada. Permite además, elaborar situaciones de miedo, ansiedad o temor, y contribuye de manera importante a nuestra recuperación psíquica. Se considera que durante esta etapa “la menta descansa”.

La duración del sueño paradójico es de unos 30 minutos y volvemos a sueño lento. Durante las primeras tres horas en que estamos dormidos predomina el sueño lento, y luego el paradójico, por eso no es raro que despertemos y en ese momento podamos recordar lo que estamos soñando.  (1,2,3) Figura No. 1
 

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Fuente:
http://descansosalud.blogspot.com/2011/03/fases-del-sueno.html#.W4Wmac5KiM8
  
Dormir bien produce una sensación de bienestar y despertamos llenos de vigor y energía. Ocasionalmente, ante una situación emocional que nos agobia, o producto de dolor físico, por ejemplo producido por una fractura, dormimos mal. Situaciones como las mencionadas producen privación de sueño y entre sus consecuencias está sentir sueño durante el día siguiente (hipersomnolencia diurna), dificultades de atención y concentración, irritabilidad, bostezos y trastornos de memoria.  El estilo de vida que se lleva en la actualidad, especialmente en las grandes ciudades, hace que se hayan ido acortando los períodos destinados a esa importantísima función que es dormir, con consecuencias para la salud física y mental de sus habitantes. (2)

Beneficios de la siesta:

Aunque durante la edad adulta se suele tener un ciclo de vigilia y sueño bifásico, con actividad durante el día y sueño y reposo durante la noche, es normal que experimentemos sueño durante el día, especialmente después de almorzar, y si es posible hacer siesta (de unos 15 a 25 minutos de duración)  le estaremos brindando muchos beneficios a nuestro cuerpo. (1)

A continuación se mencionan algunos de ellos:
Mejora la concentración y el estado de ánimo, la creatividad, la capacidad de respuesta y los reflejos. Es una buena estrategia para el manejo del estrés. Contribuye positivamente a la salud cardiovascular mediante reducción de la tensión arterial y de la frecuencia cardíaca disminuyendo el riesgo de infarto cardíaco.

A su vez, la privación de sueño incluso parcialmente, dormir menos tiempo del necesario, tiene consecuencias negativas para nuestra salud física y mental.  Entre ellas falta de concentración, irritabilidad, depresión, mayor riesgo de enfermedades del corazón, desarrollo de falsos recuerdos y aumento de riesgo de padecer fibromialgia o diabetes. (1,3)

El Universo onírico:

Los sueños, que como señalamos se producen durante la etapa del sueño paradójico (MOR), tienen diferentes funciones, dentro de las cuales la más aceptada es que actúan como un “filtro” que permite conservar aquellos recuerdos que revisten importancia y eliminar aquellos que no la tienen.  (1)

Sin embargo, en el lenguaje cotidiano y en la riqueza de nuestra mente y nuestra cultura, soñar va mucho más allá de la actividad onírica desde el punto de vista fisiológico. Soñar es alimento para nuestro espíritu, proporciona anhelos que nos dan fuerza para existir y luchar, para dar sentido a nuestra existencia, para movernos y volar sin necesidad de alas o pies, únicamente con el poder de nuestra mente.  (2, 3,4)

El movimiento artístico denominado surrealismo, que tiene exponentes tan extraordinarios como Salvador Dalí, René Magritte, Luis Buñuel o André Breton, se inspira en gran medida en el enigmático mundo de los sueños. Figuras 2 y 3. 
 

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Salvador Dalí: Sueño ocasionado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar (1944)
Fuente: https://totenart.com/noticias/las-10-obras-mas-importantes-de-dali/

 

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René Magritte: Golconda (1953)
Fuente: https://www.todocuadros.com.co/pintores-famosos/magritte/

Un buen soñador no teme a los obstáculos, supera barreras y dificultades para lograr sus metas.

Un buen soñador demuestra paciencia y equilibrio, energía y optimismo y aunque pueda resbalar  y caer en el camino, tiene fuerzas para ponerse nuevamente de pie y continuar caminando hacia adelante.

Un buen soñador enfrenta al monstruo de sus propios miedos, no le teme al fracaso y siempre encuentra superar los obstáculos que aparezcan en la ruta.

Un buen soñador es un multiplicador de sus sueños, un ser positivo para quienes lo rodean, un buen ser humano, con capacidad de influir positivamente en otros para beneficio de la sociedad.

Soñar nos acerca a la felicidad, y cumplir nuestros sueños es importante, urgente, enriquecedor y positivo para nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.  (2, 3,4)

¡¡Nunca dejemos de soñar!!
 
Referencias:

  1. Toro M.E., Borrego C.J., Franco A.F. El sueño y sus trastornos. En Neurología, 7a Ed. Fundamentos de Medicina. Uribe C.S., Arana A., Lorenzana P. (Editores). Medellín, Colombia. Editorial Corporación para Investigaciones Biológicas. 2010. P. 171-187
  2. Zimmer D. Dormir y soñar. Editorial Salvat, Barcelona. 1985.
  3. Cury A. Nunca renuncies a tus sueños: una puerta abierta a la felicidad. Editorial Zenith/Planeta.  Barcelona, 2007
  4. Palacios L. Dormir y soñar, asuntos urgentes. Nova et Vetera. Año 2011, edición No.6, febrero 29 de 2016. P. 12