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2021, año de elecciones fundamentales para el futuro de América Latina

Mauricio Jaramillo Jassir

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Este año América Latina será testigo de al menos 4 elecciones fundamentales no solo para la dinámica interna de Chile, Ecuador, Nicaragua y Perú, sino porque tendrán muy seguramente, un efecto directo en la correlación de fuerzas izquierda y derecha a escala regional.

En Ecuador y Perú, existe la posibilidad real de que la izquierda llegue al poder, y en el caso del primero se trataría del retorno del correísmo, fuerza que llegó a ser hegemónica en el pasado reciente, pero cuya legitimidad se fue debilitando en el ultimo tiempo, y los señalamientos judiciales terminaron por hacerla casi que inviable.

No obstante, dichos los escollos, las fuerzas alrededor de Rafael Correa terminaron optando por una propuesta de renovación en cabeza de Andrés Arauz, quien de ganar las elecciones se convertiría en el mandatario más joven de la historia ecuatoriana con 36 años.

Al otro lado, aparece el empresario Guillermo Lasso, candidato impensado pues en los últimos años, el país ha expresado su rechazo en las urnas a representantes del sector financiero, responsables en buena medida de la peor crisis económica de la historia en 1999 y 2000 que derivó en la dolarización. Los ecuatorianos se debaten entre el retorno del progresismo y la polarización que se convirtió en característica del largo periodo de Correa, o la tecnocracia empresarial que, en el último tiempo, ha ganado elecciones en Argentina y Chile.

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Por su parte, el Perú que viene de la caída estrepitosa de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y de Martín Vizcarra llega a las elecciones en medio de un proceso de rechazo total por el establecimiento. Por primera vez en la historia democrática una candidata de izquierda, Verónika Mendoza, tiene opciones reales de convertirse en presidenta. Al igual que en el caso ecuatoriano, la fragmentación de partidos y un alto número de candidatos marcan la pauta de una elección marcada por un alto grado de incertidumbre.
 
Y, Chile, cierra una primera fase de elecciones en abril, para la designación de miembros de la Asamblea Constituyente paritaria que la convierte en pionera en materia de igualdad de género y con unas expectativas enormes respecto de las manifestaciones de 2019 que hicieron tambalear al gobierno de Sebastián Piñera y movieron los cimientos de la reputada transición chilena a la democracia.

El cambio de constitución significa la inclusión de sectores invisibilizados en la época de la transferencia de poder militar al civil, pero que en el último tiempo han sido definitivos en el ideario de los jóvenes chilenos, cuya mayoría rechaza el legado de Augusto Pinochet. La composición de esta Asamblea y el nuevo texto, tendrán una incidencia definitiva en las elecciones presidenciales de 2022 donde la derecha llega en desventaja por todo el proceso constituyente, pero con un activo mayor: Chile se condolida como un caso de éxito en el proceso de vacunación.

Aunque esto no exima de responsabilidad a Piñera a quien apuntan por los excesos de la fuerza en las manifestaciones de 2019 así como por la crisis social y política, la gestión de la inmunización puede tener un efecto inesperado en el proceso electoral de 2022. 

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En resumidas cuentas, esas tres elecciones serán definitivas no solo porque transcurran en medio de la crisis sanitaria, sino porque tienen, como antesala, las manifestaciones de 2019 que dejaron en evidencia el hastió de los jóvenes respecto del establecimiento y la necesidad urgente por renovar la política.
 
En la otra orilla y con pocas expectativas de cambio, Nicaragua tendrá elecciones generales en noviembre, siendo el escepticismo a diferencia del resto de casos, el común denominador del ambiente en los últimos años en el país centroamericano. La introducción por la vía de la Asamblea Nacional (Congreso) en 2014 de la relección indefinida mostró la clara intención de esta nueva fase del sandinismo – muy distinta de su versión revolucionaria de los 80- por permanecer varios años más en el poder y con ello, el cierre de espacios de negociación con la oposición. Este escenario hace muy poco posible la urgente renovación política que América Latina al unísono reclama desesperadamente.  
 
Las sanciones impuestas por Estados Unidos y por la Unión Europea parecen haber tenido muy poco efecto, pues se pasó de una negociación seria oposición gobierno en 2018, al cierre de cualquier diálogo y el país hoy parece avanzar de forma irremediable hacia una deriva autoritaria. 

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La postura negacionista del sandinismo respecto del Coronavirus solo empeoró una crisis social que se venía arrastrando desde 2018 cuando las manifestaciones masivas habían provocado una parálisis general. El país abandonó años de bonanza económica y redistributiva y la desaceleración ha creado un descontento frente a un gobierno que no enfrenta ningún control político y por lo demás, no tiene interés en rendir cuentas. En medio de la severa crisis económica y sanitaria, el gobierno acaba de anunciar la creación del “Ministerio de Asuntos Ultraterrestres y Cuerpos Celestes” y como punto de partida la puesta de orbita de una satélite, cuyos costos cercanos a los 350 millones de dólares, no parecen estar en sintonía con la precaria realidad de los últimos años. 
 
Este conjunto de elecciones determinantes en la mayoría de casos y muy poco incidentes en el nicaragüense, ponen en evidencia los efectos dispares que las movilizaciones emblemáticas de los últimos años han tenido en las democracias de la zona. Esto demuestra que la idea generalizada de que los jóvenes son escépticos o no les interesa la política es infundada y más bien, se deben empezar a contemplar los nuevos canales de participación que empiezan a representar una forma alternativa de hacer política y en la que las redes sociales y las tecnologías de las telecomunicaciones son soporte básico. 2021 será, sin asomo de dudas, un año determinante en este nuevo involucramiento juvenil y determinará un equilibro en América Latina, luego de años de hegemonía progresista en primera instancia y conservadora en tiempos más recientes.