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¿Quiere alguien pensar en los niños? El temor al adoctrinamiento como ideología

Tomás Molina, Ph.D

¿Quiere alguien pensar en los niños?

En los últimos veinte años, ciertos sectores políticos han exigido la neutralidad en la educación.

Nos dicen, con mucho malestar, que a los estudiantes se les deben enseñar los hechos, los datos, las técnicas: las perspectivas ideológicas son adoctrinantes y por eso no caben en un salón de clases. ¿Pero por qué asocian la ideología con el adoctrinamiento? ¿Y qué muestra su malestar de su propia posición ideológica?
 
La ideología provoca rechazo entre los sectores que quieren la neutralidad porque, a pesar de ser de derecha, han asumido inadvertidamente una posición cuasi marxista respecto a la ideología. Esta la entienden como un discurso que produce una falsa conciencia en los sujetos, es decir, los hace entenderse y entender la realidad de manera equivocada. Esto lo consigue representando mal los hechos políticos. Estar ideologizado equivale a estar perdido. Pero, a diferencia de Marx y Engels, aquí el propósito de la ideología no es mantener el status quo sino subvertirlo, destruirlo. <<Esos miserables mienten para destruir nuestro modo de vida, quieren dejarnos en la calle>>.
 
Por lo anterior, los sectores ya mencionados aborrecen la ideología en la educación. Introducirla en un salón de clases implica que los niños se pierdan en una serie de mentiras que los harán destruir el país. <<¿Va a dejar usted que le digan mentiras a sus hijos?>>. Por esto, ideología equivale a un perverso adoctrinamiento. Hablar sobre hechos políticos fundamentales puede ser ideológico desde esta perspectiva, si los profesores terminan produciendo una falsa conciencia en los sujetos. Por supuesto, nadie querría una educación ideológica en este sentido. Esto explica, en parte, por qué la obsesión con negarla. <<Hay que expurgar a la falsedad de la doctrina verdadera>>.
 
Todo lo anterior presume que los sectores no ideologizados sí poseen la verdad objetiva. <<Usted no sabe lo que en verdad pasó, no le han contado la historia verdadera>>. Por eso pueden denunciar los discursos ajenos como ideológicos. Pero aquí la verdad no se descubre dialécticamente, ni por medio de investigaciones plurales, sino que hay una Verdad que el Partido y el Líder han pronunciado y que es preciso defender de la ideología. <<El Líder sí sabe lo que pasó, yo creo por medio de Él>>. La incomodidad que les causa el Otro es la incomodidad que causa la duda. <<El padre no puede estar equivocado>>. <<Todo lo que no se corresponda con lo que el padre dice es ideológico, es adoctrinamiento>>. Paradójicamente, el conocimiento objetivo se corresponde con el conocimiento subjetivo del Líder. Este puede cambiar y con él cambia la Verdad. Si ayer el Líder creía en los programas sociales, esa es la Verdad; si hoy cree en el libre mercado, esa es la Verdad. La falsa conciencia es, al contrario, lo que no deja ver la Verdad del Líder.

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A pesar de lo anterior, insisten en que no tienen ningún problema con la pluralidad. La falsedad de esa posición queda en evidencia en el mismo acto de enfrentarse a la pluralidad. La única pluralidad que no les incomoda es la pluralidad que no es verdaderamente plural, que no pone en duda al Líder. <<A mi papá nadie lo cuestiona>>. <<No nos molestan las investigaciones ni la educación, siempre y cuando no se hable mal del Líder>>. Se ve aquí el sentimiento infantil de quien se refugia, ante los peligros del exterior, en la infalibilidad del padre. <<Si el padre se equivoca yo me siento desprotegido, mi mundo se desintegra>>. El padre, en efecto, es la garantía de la Verdad y de la integridad del sujeto. No se trata solo de disfrazar unos intereses como verdad objetiva—lo que no se corresponda con ellos es ideología—sino también de defenderse de un Enemigo que quiere trastocarlo todo, que si pudiera destruiría no solo a los creyentes en la Verdad sino también al universo entero. <<Todo lo que esos miserables tocan lo destruyen>>. ¿Y no muestra esto que los verdaderamente interesados en adoctrinar, en eliminar la pluralidad en la educación, son ellos? ¿No matriculan a sus hijos en colegios donde la pluralidad es negada, prohibida, expulsada, dado que pone en peligro la palabra del Líder?
 
La obsesión con el Otro ideologizado que distorsiona la Verdad, como se va viendo, tiene su origen, al menos en parte, en un miedo de que la versión del padre no sea la Verdad, de que el padre al final no sea la garantía de la Verdad, de que aquello en lo que han invertido tanto tiempo y tanta energía sea falso. <<Qué chasco se llevaría uno al descubrir que, después de tanta adoración y sacrificios, la religión política resulte una mentira>>. Tal vez por eso insisten en tener títulos de Harvard, incluso si son falsos, como si ese Otro reforzara la validez objetiva de su conocimiento. Trabajar con el líder es como hacer tres doctorados, pero hacer un curso en Harvard también ayuda.

<<Ninguna religión. Creo en ellos porque Harvard los ha investido como portadores de la verdad>>. <<Pero no seas pendejo, en Harvard también dicen muchas idioteces. Además ni siquiera tienen títulos verdaderos de allá>>. <<Eso lo dices porque no te han contado la verdadera historia>>.
 
Esta obsesión con el Otro ideologizado es un síntoma que los sujetos gozan inconscientemente. A pesar de considerar al Otro como un obstáculo para la armonía social, para la liberación del país, para la plenitud del Todo, en realidad gozan más pensando que el Otro les va a quitar todo, que va a destruir su modo de vida, que el (des)orden social que aparecería si el Otro fuese eliminado. Por eso, al eliminar un enemigo deben inventar otro que lo reemplace, que se presente como un nuevo obstáculo para la armonía. <<El socialismo es el obstáculo que impide que Colombia sea una potencia mundial. Y antes del socialismo era el liberalismo. Y antes del liberalismo eran los indios>>. La pregunta aquí no es tanto si ese Otro existe sino por qué invierten tanta energía en él, por qué hasta sus identidades mismas están determinadas por ese Otro perverso. ¿Qué sería de ellos si de repente desapareciera el malvado adoctrinador de niños, la figura del exceso ideológico? ¿Qué es de un nazi, en fin, después de eliminar a todos los judíos?