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Reflexiones sobre los abrazos, la violencia y la necedad, algo tendremos que cambiar

Idalia García

Ciudad de México - De edans - CC BY 2.0

Esos días en los que la violencia arrecia la cotidianidad de una sociedad, cualquiera que sea la razón como el fundamentalismo, el terrorismo o, más especialmente, las acciones que los criminales imponen en estos tiempos a los mexicanos, se impone una simple reflexión como ciudadano o ciudadana de calle. México es un país tan complejo como otros, pero en este momento nuestras estadísticas son demoledoras. Este año hemos cumplido una cifra macabra: más de 100,000 personas han desaparecido ¿por qué? Las explicaciones de los políticos no dejan más que un sabor amargo, por ridículas, poco realistas y otros calificativos menos afortunados.

Pero, cuando tenemos personas sin conocimiento hablando hasta por los codos, intentando justificar siempre las acciones y políticas públicas del gobierno vigente, empieza uno a preguntarse si en algún momento esos ciudadanos no debemos dar una manotazo para obtener dos cosas puntuales: silencio para analizar esa cotidianidad que ya nos aterra y, la más importante, para que esos bocones entiendan que lo más sensato y respetuoso por todas esas familias que sufren es hablar cuando se tiene algo importante que decir. Así que, por favor señoras y señores, políticos y fanáticos, piensen un momento antes de expresar una opinión por respeto a esos mexicanos a los que esa terrible realidad les ha dado un garrotazo.

Personalmente, no tengo idea de hace cuánto tiempo empecé a sentir un verdadero desasosiego cada vez que leía, escuchaba o veía las noticias del día. Quizá, fue cuando esos noticiarios y periódicos, tradicionales y modernos, comenzaron a narrar con mayor frecuencia los horrores que ocurrían en nuestro país de forma cotidiana. Todavía recuerdo, obviamente antes del confinamiento que trajo la pandemia, cuando lo más normal era escuchar las noticias en la radio por la mañana y de camino al trabajo. Lo escuchaba con los audífonos y en el transporte público, pero la violencia permanente obligó a dejar de usar audífonos para no perder el sentido de alerta ante el peligro y poder reaccionar a tiempo. Al menos eso deseamos, pero lo cierto es que nadie sabe como va a reaccionar ante la violencia. Aunque esos desgraciados buscan intimidarnos con gritos, insultos y amenazas. Lamentablemente, lo saben quienes lo han vivido, quienes lo viven cotidianamente y todo aquel que quiera ver los innumerables vídeos que se distribuyen en las redes con estos acontecimientos.

Por eso resulta tan increíble y tan molesta la respuesta de nuestro gobierno cada vez que se le cuestiona ante estos actos cotidianos que devalúan nuestra calidad de vida. No en balde, la última encuesta ciudadana sobre la inseguridad pública documenta que el 66.2% de la población mexicana mayor de 18 años se siente inseguro en el lugar en el que vive.[1] De ahí que lo más irritante es la respuesta permanente sobre el pasado. Es decir, la cantaleta del grupo gobernante sobre lo que hicieron mal los gobiernos anteriores. Una cosa que sabemos los mexicanos hasta el hartazgo, pues eso justificó su triunfo político tan mayoritario y tan apabullante en las elecciones del 2018. Un hartazgo social que supieron aprovechar políticamente y que estaba motivado en unos resultados nacionales francamente lamentables en todos los aspectos que nos interesan como sociedad.


[1] INEGI. Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU). Primer trimestre 2022, https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/ensu/doc/ensu2022_marzo_presentacion_ejecutiva.pdf


Al respecto, siempre he considerado que una sociedad puede enfrentar muchos desafíos al futuro si cubrimos tres frentes básicos: salud, educación y justicia. Si bien para los mexicanos no era un secreto el penoso estado de los dos primeros, lo cierto es que la pandemia nos evidenció puntualmente nuestras deficiencias. El sistema de salud público mexicano es algo más que lamentable, es retorcido y por más que leo información especializada al respecto no puedo entenderlo. Me refiero a que la seguridad pública en México no es una, sino múltiple y tiene servicios para los trabajadores del Estado (ISSSTE), para los trabajadores de la iniciativa privada y otros más (IMSS), uno para los trabajadores petroleros (PEMEX) y otro más para militares y marinos ¿cuál es el sentido de esta división si finalmente todos somos hijos de la misma patria? Especialmente considerando que todos estos servicios de salud se pagan con recursos públicos en un país con una extrema pobreza, una desigualdad insultante y un montón de problemas.
 

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Castillo de Chapultepec - De Arturo Chavez - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0

No se confunda mi buen lector, México es muchas cosas más que malas y bastaría que usted conociera a un buen mexicano, pero no de esos del “triángulo dorado” sino de los otros. Aquellos que nos levantamos y trabajamos todos los días aún sabiendo que pueden robarnos desde nuestro teléfono hasta nuestras casas, violarnos sin mayor empacho y matarnos sin ningún ápice de humanidad. Los de ese triángulo hace un buen rato que se dedican a actividades menos santas y muchas de ellas prohibidas no sólo en nuestro país sino en unos cuantos más. Se trata de una zona geográfica ubicada entre tres estados del norte: Chihuahua, Sinaloa y Durango donde se han asentado numerosas actividades delictivas de varios carteles entre los cuales esta el temible de Sinaloa. Una cosa que no cambiará categóricamente sólo porque nuestro presidente Andrés Manuel declare con esa insensatez que le es tan propia, que ese lugar ahora debería llamarse el “triángulo de la gente buena”.[1] Los otros mexicanos, mi estimado lector, que bien podrían vivir en el mismo triángulo, son los buenos de toda la vida que por lo visto no necesitan la promoción presidencial ni nada que se le asemeje. Estas personas le enseñarán los rincones más adorables de este inmenso país lleno de detalles que a veces no cabe en un sólo corazón y disfrutará usted del pan de dulce, los merengues, los tacos, una gastronomía de norte a sur para chuparse los dedos y, obviamente, unos mezcales, tequilas, vinos y cervezas para que brinde usted por la vida, la muerte y por tener un amigo mexicano.


[1] Redacción Animal Político, “AMLO pide que la zona conocida como ‘triángulo dorado’ sea llamada ‘triángulo de la gente buena”, 27 de mayo de 2022, Animal Político, https://www.animalpolitico.com/2022/05/amlo-triangulo-dorado-triangulo-de-gente-buena/ [Junio de 2022]


Ciertamente los actos violentos en México no son nuevos ni efecto directo de este gobierno, pero, como mis padres decían antes era diferente y había hasta honor entre rateros y, por ejemplo, no sería normal un acto tan despreciable como el que se cometió contra la familia LeBarón. Evento que fue descrito como una verdadera masacre pues no sólo asesinaron a nueve personas (tres mujeres y seis niños), sino la forma en que los mataron fue escalofriante: a tiros y calcinados.[1] Después de este lamentable evento, que evidencia el aumento de la violencia en el país, y no se trata de una batalla de cifras, generó que una parte importante de la comunidad mormona se mudase a vivir a los Estados Unidos en busca de mayor seguridad para vivir.[2] Esta es la triste situación que lleva a tomar la misma decisión a muchos mexicanos. Personas que se han visto afectados por la toma del territorio por grupos criminales, dedicados o no al narcotráfico.  Es el caso del pueblo de Allende en Chihuahua, también en el norte del país. Una comunidad que en el año 2011 fue atacada y masacrada de una forma indescriptible. Tan lamentable suceso fue del desconocimiento de la sociedad mexicana por años, hasta que se empezó a hacer de conocimiento público.[3]
 


[1] Redacción Nexos, “El crimen contra la familia LeBarón: qué sabemos y qué no sabemos”, Nexos, 5 de noviembre de 2019, https://www.nexos.com.mx/?p=45689 [Junio de 2022]

[2] Redacción AN, “Mormones abandonan Sonora y Chihuahua tras ataque a familia LeBarón”, Aristegui Noticias, 12 de noviembre de 2019, https://aristeguinoticias.com/1211/mexico/mormones-abandonan-sonora-tras-ataque-a-familia-lebaron/ [Junio de 2022]

[3] Ginger Thompson, “La historia del asalto mortal a un pueblo mexicano cerca de la frontera con Texas. Y la operación antidrogas estadounidense que lo desencadenó”, ProPublica, 12 Junio de  2017, https://www.propublica.org/article/allende-zetas-cartel-masacre-y-la-dea [Junio de 2022]

El patriarca LeBarón, en una entrevista reciente, cuestiona a la sociedad mexicana justamente por su dejadez frente a hechos como este. Este hombre que ha sufrido lo indecible pero quiere trascender, tiene miedo a “una sociedad que se deja” porque lo mexicanos somos una “bola de agachados” entre los que se incluye y es por eso considera que el crimen organizado está “empoderado”.[1] Es demoledor escuchar a este hombre, porque tiene mucha razón ¿qué tenemos en las venas? ¿Atole? ¿Por qué no somos capaces de diseñar estrategias para que tanto los políticos como los malosos sepan que no somos trapos? ¿Qué sus acciones, discursos y narrativas nos ofenden en lo más íntimo de nuestras almas? ¿No se dan cuenta de que los tiempos de hablar y hablar ya acabaron? Hace unos años dos dibujantes mexicanos nos entregaron la mejor descripción de los políticos mexicanos: la chora interminable.[2] Es decir, muchas palabras y pocas acciones.


[1] “A mi hija la calcinaron viva y formaron a mis nietos para masacrarlos”, Entrevista de Elisa Alanis con Adrián LeBarón, Con Elisa, 23 de mayo de 2022, https://www.youtube.com/watch?v=jcLIaQofNmU [Junio de 2022]

[2] Título del libro publicado por los moneros Jis y Trino en el 2013, y el de su programa, https://lachora.com/ [Junio de 2022]

Ahora bien, no es que una sociedad como la nuestra mire con frialdad la violencia y sus efectos. Por el contrario, se han hecho muchas manifestaciones al respecto en muchas ciudades del país, unas con más afluencia social que otras. La pregunta entonces es si nuestra acción social no ha sido suficiente para que los políticos entiendan nuestro hartazgo y nuestras preocupaciones de futuro. Especialmente si hablamos de esos últimos casos emblemáticos como el feminicidio de Debanhi, el linchamiento de Daniel, el asesinato de los jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora en la iglesia del pueblo rarámuri de Cerocahui (Chihuahua) y las cuatro personas asesinadas a balazos en una cafetería en Ciudad Juárez. Ojalá que al terminar estas líneas no hubiese más muertos en México, pero eso ahora es imposible. Mañana habrá más.

Estos casos, lamentablemente, no son los únicos, pero pueden ejemplificar los enormes problemas a los que nos enfrentamos a futuro. Por ejemplo, Debanhi una joven que desapareció cuando regresaba a su casa, como tantas otras en nuestro país, y que finalmente fue encontrada muerta[1] :¿por qué este caso se hizo más importante que los otros? En México, según las estadísticas, muere una decena de mujeres al día. Mujeres cuyos familiares buscan desesperadamente durante semanas, meses y años. Algunos encuentran cadáveres y otros ni siquiera el menor rastro. Esta no es una situación común que justamente está causando fricciones sociales entre los grupos feministas y quienes los apoyan, y entre el gobierno de Andres Manuel López Obrador que se autodenomina “feminista”. Debanhi Escobar llamó a la atención porque se conjuntaron un montón de circunstancias para ello, empezando quizá por un padre que supo explotar las redes sociales. Otros padres y madres han estado solos en sus búsquedas y eso es completamente incorrecto.


[1] Pedro Domínguez, Agustín Martínez y Rosario Cerda, “Padre de Debanhi Escobar dice que cuerpo encontrado en cisterna es de su hija”, Milenio Digital, 22 de abril del 2022, https://www.milenio.com/policia/debanhi-escobar-padre-confirma-cuerpo-encontrado-hija [Junio de 2022]

En efecto, el caso de Debani, cuya última fotografía se ha convertido en un símbolo de las desapariciones y asesinatos de mujeres, ha repetido todas esas cosas que desearíamos ya ver borradas de nuestra cotidianidad: una penosa investigación criminalística, acusaciones sin sentido entre autoridades estatales y federales por determinar quien es más incompetente, unos medios informativos que no se contienen ni ante la desgracia ajena, y una sociedad que acusa para justificar un crimen horrible. Ojalá un día esta sociedad entienda que ninguna víctima de asesinato es culpable de su muerte. Es posible que algunas de las acciones de esas personas hayan propiciado sus muertes violentas, pero este hecho no puede justificar la falta de investigación para determinar quienes fueron responsables y así determinar el castigo correspondiente con respeto a la ley.

Esa es la justicia que esperamos y no la que un pueblo cree haber hecho afortunadamente en pocos casos, linchando a un joven asesor de la Cámara de Diputados. Una acusación sin pruebas y fundamentos generó una reacción social que desencadenó una golpiza por parte de los pobladores y, no conformes con eso, posteriormente lo quemaron.[1] A veces, parte de la sociedad quiere disculpar estos actos deplorables, justificando que la falta de justicia de Estado genera esa frustración social y su acumulación los linchamientos. No hay manera de comprender ni explicar los actos de barbarie en una sociedad democrática, pero sí hay un responsable: el gobierno de un país y su falta de medidas cuando estos actos se presentan. Estos casos requieren mucho más que apresar culpables, se requiere un esfuerzo de educación social que logré hacer entender a esas comunidades, que sus actos no sólo afectan a quien han linchado, sino a toda la sociedad en la que viven. Este caso, como otros, muestra la desconfianza que los ciudadanos tienen en las instituciones de justicia. Tanto que no hubo un sólo político que de escandalizara o desgarrase las vestiduras frente a ese pueblo, precisamente porque el muchacho era su trabajador.


[1] Carmen Morán Breña, “El linchamiento de Daniel Picazo en una plaza pública de México: un estallido de sangre y fuego”, El País, 19 de junio de 2022, https://elpais.com/mexico/2022-06-19/el-linchamiento-de-daniel-picazo-en-una-plaza-publica-de-mexico-una-orgia-de-sangre-y-fuego.html [Junio de 2022]

Recientemente, el asesinato de los dos jesuitas en Chihuahua ha vuelto a poner contra las cuerdas nuestra sensibilidad social. Cuestión que no deriva de que hayan sido religiosos y porque socialmente siempre hemos creído que los narcos respetaban a los doctores porque los necesitan para curar sus heridas y, a los curas, porque los requieren para salvar sus almas. Sí, estimado lector, muchos de esos seres humanos capaces de cometer los actos más innombrables todavía tienen motivaciones religiosas. Algunas muy propias y otras no, pero están ahí. El asesinato de estos miembros de la Compañía de Jesús,[1] quienes trabajaban con una de las comunidades indígenas más abandonadas tanto por nuestro Estado y modelo de desarrollo, nos mostró algo que sabemos desde hace tiempo y no queremos aceptar: que las cosas están mucho más peliagudas de lo que queremos aceptar. Lo sabemos desde que empezamos a tener miedo constante por nuestra seguridad, cuando empezamos a desconfiar de aquellos que caminan a nuestro lado, cuando nos sentimos vigilados, cuando nuestras casas fueron violentadas, o nuestros cuerpos o nuestras mochilas y, en los casos más terribles, cuando la muerte violenta nos dio un golpe duro para recordarnos que en este país el problema no es la corrupción sino la impunidad.


[1] Natalie Kitroeff  y Oscar Lopez ,“La Iglesia católica critica al gobierno de México por el asesinato de dos sacerdotes”, The New York Times, 24 de junio de 2022, https://www.nytimes.com/es/2022/06/24/espanol/mexico-asesinato-jesuitas.html [Junio de 2022]

  

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Mural de Debanhi Escobar en Tijuana

Es la impunidad rampante la que permitió que dos individuos entrasen a una cafetería en Ciudad Juárez, también en Chihuahua, y a plena luz del día se pusieran a disparar buscando matar a unas personas que se encontraban ahí. El descaro de estos sujetos quedó grabado en un vídeo que se ha repetido hasta la náusea en los medios mexicanos.[1] A cara limpia sin ocultar el rostro y sabiendo que los grababan hasta los cuatro costados, entraron, buscaron, encontraron y dispararon sin ningún empacho. No tuvieron que amenazar a nadie, ni disparar al aire, las personas se mantuvieron en su sitio, eso sí aterrorizadas, pero sabiendo que aquellos hombres iban por unos y no por todos. Me preocupa que en lugar de preguntarnos cosas sobre el asesinato y las razones que lo provocan, el gobierno nos desvíe para asegurarnos que la violencia no se resuelve con violencia y que está actuando en para resolver las “combatiendo las causas de la violencia y la corrupción y la impunidad”. Pues que me disculpen la lentitud de aprendizaje, pero yo no veo esos números todos los días en su mañanera. No escucho que cinco o veinte sicarios fueron sacados de sus entornos de crimen y violencia, para recibir terapias y participar en un programa especial para que ellos mismos se dediquen a sacar a otros sicarios del mismo ambiente.


[1] Blanca Elizabeth Carmona, “Grupo armado irrumpe en restaurante de Ciudad Juárez, Chihuahua; reportan 4 muertos”, Milenio Digital, 16 de junio de 2022, https://www.milenio.com/policia/chihuahua-asesinan-4-personas-restaurante-ciudad-juarez [Junio de 2022]

Por el contrario, sólo escucho que sembrando vida es el verdadero cáliz de la felicidad y que los apoyos sociales se entregan directamente. Me pregunto si el dinero para ayudar a una madre y sus hijos, no acaba en los bolsillos de un maltratador, alcohólico que ya con lo que necesita en la sangre se pone a golpear a los que supuestamente ayudamos. No veo esas estadísticas, no logro apreciar como ciudadana del país cómo podemos evaluar esas políticas y por qué suponemos que eso realmente nos ayuda a erradicar la violencia ¿acaso debemos esperar años para que un niño, que puede estar expuesto a la influencia de los narcos o del crimen organizado, crezca y vea con claridad la diferencia entre sembrar árboles y enriquecerse rápidamente? Lo lamento, pero no me parece razonable. Me lo parecería si una idea tan demente fuese acompañada de una inversión tremebunda en la educación pública de todos los niveles, así como un mejoramiento y verdadera reforma del sistema de justicia, ¿cuál es el sentido de hacer nuevas universidades y no utilizar las que tenemos para que se integren a nuevos compromisos sociales? Lo cierto es que otra necedad es suponer que todo lo pasado, incluyendo a quienes trabajaron, es esencialmente malo y corrupto por definición. El dinero público no está en educación ni en justicia.

A muchos mexicanos estos horripilantes eventos nos causan escozor en el alma, como decíamos en mis tiempos de niña: da “ñañaras” el futuro de México. Especialmente porque veo a un gobierno que se empeña en buscar enfrentamientos innecesarios con prácticamente todo el mundo, y no veo a un gobierno que convoque a la unidad para actuar juntos contra lo que ya ha sido calificado como una “epidemia de violencia”. Sin embargo, frente a los pésimos resultados de su gobierno AMLO afirma con descaro:

“No vamos a cambiar la estrategia, que sigan con su campaña de desprestigio, atacándonos con su prensa vendida o alquilada porque sólo si el pueblo, en un proceso electoral, decide que hay que cambiar y llegan gobiernos como los de antes, entonces sí. No llegamos aquí para seguir con lo mismo”.[1]


[1] Redacción Aristegui Noticias, “No vamos a cambiar la estrategia de seguridad, reitera AMLO”, Aristegui Noticias, 23 de junio de 2022, https://aristeguinoticias.com/2306/mexico/no-vamos-a-cambiar-la-estrategia-de-seguridad-reitera-amlo/ [Junio de 2022]

Esta afirmación no está reconociendo el problema de la violencia en México, un reconocimiento que se requiere para poder transformar nuestra espeluznante realidad cotidiana. Por el contrario, sólo está enfocando la crítica social en un ataque personal. Tristemente una de sus estrategias políticas: todo asunto tiene que ver con su persona y su permanente drama sobre toda esa conspiración en su contra. No conozco un sólo gobernante del mundo que no sea atacado constantemente. Lo que sentimos muchos mexicanos es que esa estrategia se soporta en muchas instituciones y personas que parecen miopes al no ver que la política diseñada e implementada no funcionará hasta que estén dispuestos a realizar una profunda reformar al sistema judicial para que efectivamente se castigue. Por eso personas tan afectadas pueden responder directamente:

“El problema es que no está funcionando su estrategia presidente @lopezobrador_, probar sigue costando vidas. Tome una semana y visite sin seguridad un poblado asediado por el crimen, le aseguro que cambiará su visión. Conozca su país, lo feo, lo que no merece abrazos. Con respeto”.[1]


[1] Twitter Adrián LeBarón, https://twitter.com/AdrianLebaron/status/1540054063009742853?cxt=HHwWioC-idjAr98qAAAA [Junio de 2022]

¿Cómo no denominar una absoluta necedad seguir insistiendo en una estrategia que no funciona? La impunidad rampante solamente envalentona a esos que uno ya no sabe cómo llamarlos ¿Malosos? ¿Criminales? ¿Narcos? ¿Asesinos? Se me pueden ocurrir muchas palabras, pero desde luego no pienso que son seres humanos. Esos ya han perdido el derecho a tal consideración.