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Oportunidades sin capacidades: las trampas del (Sub) Desarrollo en Colombia

Ángela P. Aguirre J.

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Durante los últimos años, el desafío del desarrollo hizo referencia a la oposición, en términos de condiciones y calidad de vida, entre un mundo rico de mil millones de personas y otro pobre de cinco mil millones de personas (COLLIER P. 2008).

Y, aunque todas las sociedades fueron pobres en algún momento de la historia, la mayoría de ellas ya están superando y han superado dicha situación a base de trabajo, ahorro e inteligencia, entonces ¿Por qué otras no lo consiguen?

Para muchos expertos y estudios del tema del desarrollo, como por ejemplo para el economista Jeffrey Sachs y Paul Collier, la respuesta se encuentra en lo que se conoce como Trampas del Desarrollo. Para el primero, éstas hacen referencia a las consecuencias de enfermedades graves como la Malaria, mientras que para el segundo existen diferentes trampas en las cuales me concentraré para el desarrollo de este texto.

De acuerdo con el profesor Collier, experto en economía y políticas públicas, existen cuatro trampas principales que condenan a los países más pobres a vivir en el subdesarrollo: 1) El  conflicto armado; 2) La abundancia de recursos naturales; 3) Los malos vecinos; y 4) El mal gobierno. En ese sentido, y sin mayor explicación, resulta fundamental preguntarse entonces sí: ¿Colombia se encuentra atrapada en una o más de las trampas ya mencionadas?  ¿Son estos, el impedimento para el mejoramiento de las condiciones de vida de su población, ¿Es Colombia un país pobre como el que describen estas trampas?

El conflicto armado, evidente en Colombia, es la primera y  una de las peores trampas definidas, debido a su capacidad destructiva, ocasionada aparentemente por la ausencia del crecimiento económico y la abundancia de recursos naturales, cuyos actores en contienda coinciden sólo en la prolongación del conflicto.  Como consecuencia, ninguna guerra civil ha propiciado el avance ni el desarrollo de los más afectados por el conflicto.

Una segunda trampa se refiere a la abundancia de recursos naturales, también detonante de un fuerte conflicto social en Colombia, y que genera, evidentemente un obstáculo hacia el desarrollo ya que causa lo que se conoce como enfermedad holandesa; es decir, un incremento de las divisas por auge en la exportación de recursos naturales como el petróleo y minerales, que sin las medidas adecuadas, suscitan efectos devastadores en las economías nacionales; Además, crea dificultades para administrar los ingresos volátiles producto de una falta de regulación económica, y en consecuencia, poca transparencia en la administración de recursos.

Es así como la renta proveniente de estos recursos propicia un mal funcionamiento de los sistemas democráticos, dado que los políticos suelen valerse del clientelismo (compra de votos) con el objetivo de hacerse reelegir y tener control sobre los mismos.

Los malos vecinos sumado a la imposibilidad de acceder al mar, constituye la tercera trampa del subdesarrollo que el profesor Collier define claramente de la siguiente manera: “Cuando tienes acceso al mar, sirves al mundo, cuando no lo tienes, estás a merced tus vecinos”. (COLLIER P. 2008). Es así, como resulta imprescindible evaluar la situación de países como Suiza, que pese a no tener salida al mar, cuenta con una buena vecindad (Alemania, Austria, Francia e Italia) que le permite superar esta dificultad y ser un país altamente desarrollado; mientras que, países como la República Centro Africana no cuentan con la misma suerte al tener como vecinos: Chad, Sudán, y República Democrática del Congo, países que entre otras, se encuentran en medio de conflictos armados.

Por último, Collier señala el mal gobierno como una trampa muy poderosa, ya que éste no tiene límites, y puede llegar a destruir una economía rápidamente. En ese sentido, la función del gobierno, debería ser la de no constituirse en un obstáculo para la industria que requiere de condiciones mínimas para impulsar la economía: impuestos moderados, estabilidad macroeconómica, entre otras.

Indiscutiblemente, Colombia se encuentra atrapada en más de una, sino en todas las trampas del subdesarrollo anteriormente mencionadas, pues llevamos más de 50 años en conflicto armado, aún sin una salida negociada; Además, es un país rico en recursos naturales, explotados tanto de manera lícita como ilícita, pero ambos generadores de conflicto social y problemas económicos.

Por otra parte, y pese a que Colombia cuenta con salida a dos mares, factor que juega a su favor, puede ser considerada por algunos como una mala vecina debido a la situación interna del país. Basta recordar los episodios de crisis política que se han vivido en los últimos años a causa de incursiones internacionales realizadas en el marco del desarrollo de operaciones militares y de inteligencia, que si bien tuvieron resultados favorables en la lucha interna en contra de los grupos armados, generaron también una crisis política regional e internacional muy fuerte, en la cual el país perdió un importante respaldo por parte de la comunidad internacional. 

No obstante las anteriores anotaciones, Colombia NO hace parte de los países más pobres del mundo, ni tampoco es considerado un estado  fallido, y mucho menos podría compararse con la situación del mal llamado club de la miseria. Según informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el índice de desarrollo humano (IDH) más reciente, Colombia se encuentra en el grupo de países con un Alto IDH, ocupando el puesto 97 entre 188 países del mundo[1]; asimismo, y desde mayo de 2013, el país  se encuentra en proceso de adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), organismo de cooperación internacional, cuyos esfuerzos se centran en asesorías, mejoramiento de políticas públicas en materia de cambios climático, aspectos sociales, políticos y ambientales.

Dichas contradicciones demuestran entonces que Colombia tiene las oportunidades para ser un país desarrollado pero no cuenta con las capacidades suficientes para explotarlas. Es así, como de manera arriesgada independiente, podría decirse que las trampas del (sub) desarrollo, representan sin lugar a duda cuatro ventanas de oportunidad hacia el desarrollo de Colombia. En primer lugar porque de llegarse a lograr un acuerdo negociado para el fin del conflicto, éste forjaría el escenario ideal para la explotación de las otras ventanas de oportunidad: una explotación responsable, regulada y lícita de los recursos naturales a partir de políticas públicas que no sólo protejan el medio ambiente, sino también las comunidades que en estas regiones habitan.   

Adicional a esto, una vez finalizado el conflicto y encaminado el desarrollo económico del país, las relaciones bilaterales y multilaterales con los vecinos serán mucho más amenas y prósperas, y así, entre más pronto Colombia se libere de dichas trampas, más pronto y fácilmente logrará integrarse a las dinámicas del mercado global, que cada día se presentan más hostiles y reacias hacia los recién llegados.

No obstante, y pese a la superación de tres de las cuatro trampas del subdesarrollo, Colombia aún debe combatir la trampa más persistente presente a lo largo de toda su historia: la corrupción y el mal gobierno. Es allí, en donde el país encuentra su mayor debilidad, y su principal desafío, ya que ha sido ésta, el peor cáncer de la sociedad, que a pesar de encontrarse en el camino hacia la paz y el crecimiento económico, sigue siendo considerada como un país en vías de desarrollo.

 


[1] Ver: PNUD, Informe IDH 2015. Disponible en: http://hdr.undp.org/es/content/indice-de-pobreza-multidimensional-ipm