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Uber, los nuevos luditas y las externalidades

Carlos A. Barrera C

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Carlos A. Barrera C.[1]

En el apogeo de la Revolución industrial, con la invención de nuevas tecnologías que permitían hacer más eficientes los procesos, se generaron dos impactos directos: 

De un lado, estaban los operarios u obreros que eran obligados a trabajar durante extenuantes jornadas, en pésimas condiciones laborales. Algunos incluso desarrollaron deformidades por trabajar sin estándares mínimos de seguridad. El justificable resentimiento fue creciendo en los operarios, dado que veían que los dueños de las fábricas se enriquecían a costa de sus deplorables circunstancias. Se cuenta la historia de una turba enfurecida que, hastiada de los abusos de los dueños de las fábricas, decidió unirse y tomar justicia por su propia mano. Una noche, el dueño de la fábrica veía que la muchedumbre se acercaba de manera iracunda hacia él y temió lo peor. Llevando antorchas y garrotes, la distancia se hacía cada vez más corta. Distando pocos metros, el resignado dueño permaneció impávido esperando su destino final, y... La muchedumbre siguió de largo para quemar y destruir las máquinas.
 
Por la misma época, los artesanos que producían de manera manual su bienes, veían como las nuevas fábricas que incorporaban innovaciones tecnológicas eran una amenaza a su medio de subsistencia, al producir una mayor cantidad de bienes en un menor tiempo. Viendo el impacto de ingresos cada vez menores, decidieron unirse y tomar acción contra esta amenaza. Se organizaron en grupos y... quemaron y destruyeron las máquinas.

Estas historias ilustran como, ante las innovaciones o avances tecnológicos, los grupos poblacionales que se ven afectados negativamente, deciden como solución destruir o bloquear dicho avance tecnológico. Particularmente, la segunda historia está enmarcada en el movimiento Ludita, surgido a finales del siglo XVIII y que buscó acabar con su situación de desventaja económica, destruyendo las máquinas industriales que les competían (Henty, 2015). 
Actualmente, no distan mucho las reacciones que diferentes grupos de interés han tomado ante las innovaciones tecnológicas que han permitido nuevos modelos de negocios como los planteados por Uber y AirBnB. En el primer caso, argumentando competencia desleal, los taxistas han iniciado una cacería en la que, mediante intimidación verbal y agresión física, pretenden disuadir a los usuarios y conductores del uso del servicio de UBER (El Espectador; Redacción Bogotá, 2016). 
 
En el caso de AirBnB, ya el sector hotelero ha expresado su inquietud por la existencia de esta aplicación. Sin embargo, su postura ha estado más orientada a que ingresen y compitan, pero en igualdad de condiciones. Incluso algunos hoteles han comprado inmuebles con la intención de ofrecerlas a través de esta plataforma (Diario Portafolio; sección negocios, 2016).
 
Como puede observarse, estas innovaciones tecnológicas están aplicándose a diferentes actividades económicas, en estos casos en el sector de transporte y turismo, y ya empiezan a utilizarse en otras áreas. Por ejemplo, ya están ingresando al sector de alimentos con la aplicación Eat With, que conecta a potenciales Chefs denominados anfitriones, con personas en busca de comida sofisticada, como la que podrían conseguir en un restaurante gourmet (Kim, 2016). 
 
Es evidente que estos grupos económicos han visto reducidos sus ingresos debido a estas innovaciones tecnológicas y por tanto afectado su medio de subsistencia. Razones nos les faltan para exigir una regulación que les permita operar en igualdad de condiciones, por lo menos, desde el punto de vista impositivo. Sin embargo, la miopía de estos “neoluditas” radica en pretender que la solución a su problemas está en frenar el avance tecnológico mediante la fuerza. 
 
En ese sentido, es pertinente señalar  que tanto los taxistas como los hoteles tienen razón en cuanto a las condiciones desiguales en las que operan ellos, frente a las que ofrecen las plataformas que conectan a oferentes y consumidores de servicios de transporte y alojamiento. Los taxistas deben pagar un cupo para poder operar; los conductores de Uber, no. Los hoteles deben cumplir con unos estándares de calidad, seguridad e higiene, supervisados por las entidades correspondientes; los inmuebles de AirBnB, no. Ambos deben pagar impuestos asociados a los servicios que prestan; ni los automóviles de Uber ni las habitaciones de AirBnb lo hacen actualmente en relación con los servicios que prestan. 
 
Es innegable que los argumentos que exponen los dos sectores son totalmente válidos, pero ¿es la solución destruir la tecnología?, ¿es necesario frenar las innovaciones para conservar empleos? La respuesta es sencilla: no. Sin embargo, eso no quiere decir que se debe dejar el uso de estas plataformas de manera descontrolada y sin tener en cuenta los efectos negativos que genera. ¿Qué podría hacerse al respecto? No hay respuestas únicas, pero sí elementos de análisis para buscar alternativas de solución. La teoría económica puede hacer su aporte a este análisis, enfocando la situación problemática desde la perspectiva de la externalidad. 
 
Uber y AirBnB como generadores de externalidades negativas

La externalidad es definida como las "decisiones de consumo, producción e inversión que toman los individuos, los hogares o las empresas y que afectan a terceros que no participan directamente en esas transacciones." (Pampillón, 2011). En el caso de Uber y Airbnb, ni los conductores de Uber o las familias que ofrecen alojamiento, ni los usuarios de estos dos servicios buscan afectar negativamente a los taxistas u hoteles. Sin embargo, sus decisiones económicas y las transacciones que realizan terminan afectando de manera indirecta a estos individuos y empresas. Es ahí donde se genera una externalidad negativa hacia estos grupos. 
 
Hasta ahora, las soluciones planteadas se ubican en extremos opuestos. Los taxistas exigen que se prohíba totalmente la circulación de conductores de Uber, mientras que la empresa Uber y algunos usuarios quieren que funcionen tal y como está, sin ningún tipo de restricción. Ante posiciones antagónicas, es difícil llegar a un acuerdo. Por eso quizás sea necesario proporcionar un enfoque intermedio, que ni prohíba totalmente la circulación de los conductores de Uber, pero que tampoco permita su operación sin ningún tipo de control. Ese es el marco de análisis que plantea el concepto de externalidad negativa y sus soluciones. 
 
Qué dice la teoría económica a la solución de las externalidades: el teorema de Coase y la propuesta de Pigou
 
La economía se ha ocupado de analizar, mediante diferentes propuestas, como pueden solucionarse las externalidades negativas. Una de esas propuestas es la formulada por Ronald Coase y popularizada por Stigler. A partir de lo propuesto en su teorema, Coase propone lo siguiente:
 
Si suponemos dos agentes en una economía (A y B) y hay responsabilidad por daños del agente A que causa la externalidad, A puede compensar a B de tal manera que lo que pierda B por seguir llevando a cabo la actividad (ya sea de producción o de consumo) generadora de externalidad, sea menor que lo que gana como consecuencia de la compensación o indemnización por parte de A; mientras que el pago que realiza A deberá ser inferior a la pérdida que podría tener si tuviera que cesar su actividad o trasladarse a otro lugar para efectuarla (Páez, 2015).
 
Identifiquemos ahora a los agentes económicos para este caso: de un lado están los conductores de Uber y las familias que ofrecen alojamiento a través de AirBnB, así como las empresas dueñas de las aplicaciones. Estos serían los agentes A; los taxistas y hoteles serían los agentes B. Así las cosas, lo que plantea Coase básicamente es que los agentes A compensen a los agentes B, de tal manera que, en este caso, los taxistas y hoteles tendrían una retribución por el efecto negativo ejercido por la actividad económica de los agentes A.
 
Por supuesto, no es tan sencillo generar un mecanismo de recaudación directo que asegure que todos los taxistas y hoteles sean compensados como lo plantea Coase. Es ahí donde juega un papel importante el Gobierno como recaudador y canalizador de los recursos compensatorios. En este caso, es necesario introducir el enfoque del impuesto de Pigou, consistente en que al que hace la externalidad se le cobre en justicia el daño marginal de hacerla (Hindricks & Myles, 2011). El Gobierno sería el garante de que los generadores de la externalidad compensen adecuadamente a los afectados por ella. Sin embargo, no se acaba ahí el papel del Gobierno, ya que es indispensable que proporcione un marco regulatorio en el que se establezcan los lineamientos de operación, límites y alcance de los conductores de Uber, las familias que ofrecen alojamiento en AirBnB, los dueños de las aplicaciones, los taxistas, los hoteles y los usuarios de estos servicios.
 
¿Es así de simple, entonces, la solución?

Utilizando las propuestas de la teoría económica para solucionar las externalidades, podría llegarse a un punto de posible acuerdo entre Uber, AirBnB, los taxistas y los hoteles. ¿Sería así de simple? Claro que no. Sin embargo, vale la pena que todos los agentes económicos generadores y afectados por la externalidad, así como el Gobierno, busquen mecanismos intermedios de solución que no apelen a medidas extremas, en muchos casos, rayanas en lo ilegal.
 
El desafío para lograr una solución a la externalidad negativa que plantea este caso es lograr calcular el costo generado por los agentes A a los agentes B, así como el monto adecuado de compensación. Esto, por supuesto, requiere la aplicación de herramientas analíticas y conceptuales adicionales, como las proporcionadas por la teoría de juegos, para lograr que los agentes revelen su verdadera valoración marginal de la externalidad. Lo que se esperaría es que, con la participación activa de los generadores y afectados por la externalidad, se puedan diseñar mecanismos adecuados de compensación que brinden una solución eficiente.
 
Un ejemplo interesante, que ilustra la viabilidad de buscar soluciones intermedias entre la prohibición total y el uso sin control de estas innovaciones tecnológicas, es el de Ciudad de México, en donde se aprobó la denominada “Ley Uber”, que regula el uso de esta aplicación y establece las condiciones para la operación del servicio. Además, con lo que recaudan de Uber se crea el “Fondo Público para el Taxi, la Movilidad y el Peatón”, con el que se busca mejorar las condiciones de movilidad de la ciudad, impactando positivamente tanto a los oferentes, como a los demandantes de este servicio (Corona, 2015). Si bien no es una alternativa enmarcada con exactitud en el “impuesto pigouviano”, sí se observa que, mediante un mecanismo de compensación, se regula y permite la prestación y acceso al servicio de transporte utilizando aplicaciones móviles. Lo destacable acá es que se generaron las condiciones para internalizar la externalidad negativa. Aún queda por ver qué tan efectivas son las medidas implementadas; pero, sin lugar a dudas, son una alternativa superior a las medidas tomadas actualmente.
 
Lo cierto es que, en vez de pensar -como los luditas hace dos siglos- cómo suprimir o destruir los avances tecnológicos que han proporcionado soluciones a la sociedad, los taxistas y hoteles podrían centrarse mejor en estimar, de manera justa, la compensación que deberían recibir de Uber y AirBnB, con la intermediación gubernamental. Asimismo, el Gobierno debe proporcionar el marco regulatorio adecuado que promueva la innovación y el desarrollo tecnológico y, al mismo tiempo, contribuya a determinar la compensación requerida para solucionar la externalidad negativa generada por estas innovaciones en la dinámica económica.
 
Bibliografía

 
Páez, J. (20 de mayo de 2015). Teorema de Coase. Recuperado el 15 de agosto de 2016, de Slideshare, LinkedIn: Aquí.
 
Hindricks, J., & Myles, G. (17 de noviembre de 2011). Capítulo 7: Externalidades. Recuperado el 15 de agosto de 2016, de Universidad de los Andes: Aquí
 
Henty, G. A. (2015). Through the Fray: A Tale of the Luddite Riots. Londrés: Library of Alexandria.
 
El Espectador; Redacción Bogotá. (30 de julio de 2016). A golpes, varios taxistas bajaron a usuario de vehículo de transporte especial. El Espectador: Aquí.
 
Diario Portafolio; sección negocios. (1 de agosto de 2016). Airbnb ya golpea la industria hotelera de Bogotá, Cartagena y Medellín. Portafolio. Aquí.
 
Corona, S. (16 de julio de 2015). El DF es la primera ciudad que regula a Uber en América Latina. Recuperado el 18 de agosto de 2016, de Diario El País (España): Aquí.
 
Pampillón, R. (6 de febrero de 2011). ¿Qué son las externalidades? Recuperado el 17 de agosto de 2016, de Economy Weblog: Aquí.
 
Kim, S. (15 de marzo de 2016). Breaking bread and building connections. Recuperado el 17 de agosto de 2016, de EatWith Blog: Aquí.

 
 

 


[1] Economista de la Universidad del Rosario con MSc en International Technology Management de la University of Warwick. Se ha desempeñado como docente de cátedra en la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario y actualmente es consultor en temas de economía digital.