Pasar al contenido principal

La biografía de fray Cristóbal de Torres: los datos del Dr. Araque

portada

En una entrada anterior, principiamos la recolección de fuentes para la biografía de fray Cristóbal de Torres. Siguiendo las indicaciones bibliográficas de don Joaquín Darechea, presentamos lo que dice don Cristóbal de Araque en el Prólogo a la Lengua eucharistica etc. [E06N050], publicada en 1665. El Dr. Araque, bartolino de formación, fue provisor y vicario general del Arzobispado, luego agente de fray Cristóbal en el pleito de secularización del Colegio. Murió en la Corte, al parecer en 1667 (la biografía de Araque también falta).
 

Resumimos, pues, lo que tiene que ver con la biografía del arzobispo Torres.

“Mas han de tener los hombres grandes, que el Catalogo politico[1] de su nacimiento, por donde conste, que fueron Ciudadanos de este mundo”. Luego de esta justa reflexión, don Cristóbal de Araque pasa a enumerar los méritos de su arzobispo el señor Torres: maestro entre los religiosos de Santo Domingo, predicador de su Majestad y predicador apostólico en ambos mundos, arzobispo de la Iglesia, mecenas y fundador de su Colegio. Con todo, le faltaba lo que Plinio apuntaba de Tácito, “que aun no dexaua testimonio de que auia viuido, si sus escritos no le publicauan[2] à la posteridad; pues la memoria de las demàs acciones, aun no excede la duracion de su edad; y la de los escritos, dura lo que el Mundo”; en fin, “porque los que hablan, callan; los que escriven, siempre enseñan”[3]. Plinio persuadió a Tácito, pero los escritos de fray Cristóbal se quedaron sin ver la luz “en aquel Reyno, donde se carece del Arte de la Imprenta[4], que ha ilustrado nuestros siglos”. Mas como el señor Araque había pasado a España “à negocios de su Colegio, como su Rector, y como criado, y Albacea de su Ilustrissima” y había heredado sus escritos, quiso “lograr la ocasion, sacando à luz, de tantas obras suyas, los dos Tomos de la lengua Eucharistica, en que tendiò las velas de su ingenio, y de la tierna deuocion con el Soberano Misterio del Altar, y con su amado Maestro Santo Tomas”. Empresa que reputa “gran seruicio al Pueblo Christiano”, a sus hermanos dominicanos, a España y a su natal Burgos, al Nuevo Reino de Granada y, en fin, a su Colegio, “para que se honre con tal Padre, y Fundador, y aprenda à imitar su zelo en estos libros[5], aun mejor que en sus Constituciones, aunque eran bastante escuela de virtud”.
 

 

 

 

Eso por lo que respecta a la obra. “Resta, por ser posthumo este parto, dar alguna noticia de su Autor”. Repite que era natural de Burgos y que se inclinó por la religión, tomando el hábito de santo Domingo, “en que abraçò a un tiempo los dos pechos de la Iglesia, Ciencia, y Virtud”. Que leyó Filosofía y Teología en Burgos y en Toledo, de tal modo que obtuvo de sus prelados el grado de presentado, “à los treinta y dos años de su edad”, y luego el de maestro. Que por sus letras y virtudes religiosas, el duque de Lerma[6] lo eligió “para fiarle su Alma en el cargo de su Confessor”. Que de su Orden mereció los empleos de “Prior, y Difinidor[7]”, de donde pasó a ser predicador de las majestades de Felipe tercero y cuarto, “con el credito, que la Corte sabe”. Que el último rey, en premio a sus trabajos, “para que los tuuiesse mayores”, lo designó para el arzobispado de Santafé, en 1634, donde trabajó diecinueve años “en dar pasto saludable à su rebaño, con increible desvelo”. Que sus devociones estaban con el Santissimo Sacramento[8] y con el Rosario de Nuestra Señora, tan radicada esta que “se reza à Choros”. Que fue “su prouidencia tan larga para los cuerpos, como para las almas”, además de “larguissimo en limosnas”, públicas y secretas, administradas por el maestro Agustín de Ribera[9], sacerdote “que oy es viuo”. Que para los pobres costeaba médico y botica[10], interesándose asimismo por la instrucción de los indios, a quienes habilitó “para la Sagrada Comunion, que antes no se les permitia”. Que si bien predicaba mucho, sacaba tiempo para escribir. La lista de sus obras terminadas es así: las Cuaresmas, que predicaba; seis tomos sobre el Ave María; uno sobre la imagen de santo Domingo en Soriano y la Lengua eucharistica, en dos tomos. El segundo parece que se quedó en veremos, pues el prologuista afirma: “El vno es este, lee, y desearàs el otro. Este quedò ofrecido por su Autor, al Santissimo Sacramento; y assi no me atreui à ofrecerle à Mecenas menor”; y atrás dijo “sacar à luz esta obra posthuma, en este primer Tomo, mientras se imprime el segundo”. El punto del mecenazgo no es claro, habida cuenta de que el primero está dedicado a Dios hombre consagrado etc. En todo caso, afirma en las Constituciones (1666) que la publicación de la Lengua eucharistica (1665) se interrumpió por dar a la estampa aquellas. Luego la muerte, en 1667, le impidió cumplir el plan editorial.
 

 

En fin, y volviendo a la biografía, que fundó este Colegio Mayor “para la educacion de los Nobles de la Tierra, en cuya buena sangre fructifica mas la generosa Doctrina”. Que le dotó de “170 [¿mil?] reales de à ocho, con cargo de defender, y professar la Doctrina del Angelico Doctor” y señalando en aquella Universidad (así lo dice) las dotaciones de los catedráticos de Cánones, Leyes y Medicina, “cosa nueua en aquel Reyno”. Historia bien conocida, añadiendo el énfasis en que el arzobispo Torres no hacía otra cosa que devolver al reino lo que de él había recibido, “como lo deuen hazer todos los Obispos”. Aquí va poniendo fin el Dr. Araque a su Prólogo, con emotivas frases: “Tal fue su vida. En estos estudios le hallò la muerte”.

 

 

 

  

  

[1] No es muy claro el sentido de “catálogo político de su nacimiento”, acaso el registro civil o dato notarial.

[2] En el sentido de “dar a conocer, hacer notorio”. Diccionario de autoridades.

[3] Cita a Cicerón: “Docti non solùm uiui, ac praesentes studiosos discendi erudiunt, atque docent; sed hoc idem etiam post mortem, multò copiosiùs, et abundantiùs monumentis litterarum assequuntur [Cic. I de offic.]”, es decir, los doctos, no solo vivos y de cuerpo presentes, instruyen y enseñan a los que quieren aprender, sino que esto mismo hacen después de muertos, con mucha mayor abundancia, por sus monumentos literarios.

[4] Que se demoró hasta fines del siglo dieciocho.

[5] El Archivo conserva varias copias del primer tomo.

[6] Francisco de Sandoval y Rojas (1553–1625), primer ministro y valido de Felipe III (1598–1621), I duque de Lerma (1599) y últimamente cardenal (1618).

[7] “En algunas órdenes religiosas, cada uno de los religiosos que, con el prelado principal, forman el definitorio, para gobernar la religión y resolver los casos más graves”. Cfr. DLE.

[8] La Eucaristía.

[9] Citado por Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada. Escrita sobre documentos auténticos por José Manuel Groot. Bogotá: M. Rivas & Cía. 1889; t. I p. 327.

[10] Groot copia la escritura otorgada por fray Cristóbal, en 1640, para dotación de una obra pía en favor de los enfermos, consistente en la asistencia en médico, cirujano y barbero. Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada; t. I p. 323.